Turismo low cost vs. turismo que viaja en low cost

lowcost2¿Interesa la llegada de turistas en líneas de bajo coste a los destinos turísticos como Canarias que dependen del avión como medio casi exclusivo para llegar a ellos? A mi juicio, decididamente sí. Pero creo que hay gente que no opina así.

En general, he percibido en conversaciones directas, foros públicos y declaraciones en prensa, que muchos gestores turísticos ven el turismo que viaja en líneas de bajo coste (sea Ryanair, Easyjet, Norwegian o cualquier otra; para el caso es lo mismo) como un turismo barato, de gente que va gastar muy poco en el destino, de mochileros de a 10 euros diarios, un tipo de turismo que “no interesa excesivamente”. Si vienen, que vengan. Pero tampoco hay que hacer mucho por este tipo de turismo. Desde esta lógica, no está mal que estas líneas aéreas lleguen a Canarias (o a cualquier otro destino, para el caso es lo mismo), pero tampoco hay que volverse muy locos intentando potenciarlas. A fin de cuentas, se trata de empresas privadas, por lo que se les debe dejar que gestionen de forma independiente, ya que su impacto en la economía del destino es escaso o incluso negativo al traer al mencionado tipo de turismo “barato”, cuyo gasto va a ser escaso. Siendo cierto que son empresas privadas a las que hay que dejar operar libremente dentro del marco legislativo existente, a mi juicio no es cierto que su impacto en la economía sea escaso o negativo.

Al contrario, tal y como demuestra una tesis doctoral recientemente publicada, el turista que viaja en low cost gasta tanto o más como cualquier otro turista. Echemos un poco la vista atrás.

Hace años, dentro de un viaje turístico, el vuelo en avión era una parte placentera del viaje. Recuerdo de pequeño que volar en avión era una de las cosas que más me gustaba de cualquier viaje. Incluso, y debido a que no eran frecuentes los fingers y que se entraba al avión desde la escalerilla, llegué a asociar positivamente el olor a queroseno con las vacaciones. En el vuelo en avión comenzaba la diversión del viaje: azafatas amables, miles de pequeños objetos en la bandeja de comida como para pasar el viaje entretenido, pequeños tesoros que recopilar para el resto del viaje, etc.

Actualmente, tanto las restricciones debido a la seguridad como la presión competitiva hacia la reducción de costes hacen que el viaje en avión se haya convertido casi en un sufrimiento. Una parte del viaje prescindible en cuanto a su capacidad de hacernos disfrutar por el que hay que pasar porque no queda más remedio. Pero que aporta poco a la experiencia global. En esta situación, la diferencia de experiencia entre una línea de bajo coste y una regular es casi inexistente, si no nula. Por lo tanto, el turista “normal” (aquel que tiene que ajustarse a un presupuesto), tiende a gastar cuanto menos posible en la parte del viaje que no le aporta nada (el vuelo) para gastar más en lo que sí le aporta satisfacción (alojamiento, excursiones, gastronomía, visitas). Pero el gasto total es casi siempre mayor que aquel que opta por modelos de touroperación.

De tal forma, que lo que encontramos (desde el punto de vista intuitivo era obvio, pero ahora ha sido confirmado por la citada tesis doctoral) es que el turista que viaja en líneas de bajo coste gasta mucho en el destino. Además, al ser un turista cuyo viaje no está empaquetado, tenderá a distribuir su gasto mucho mejor: alojamiento alternativo (el turismo P2P y los modelos tipo AirBnb serán objeto de otro post), restaurantes, actividades no masivas y museos, alquiler de vehículos y compra en establecimientos locales (supermercados, tiendas de barrio, tiendas de artesanía y moda), entre otros gastos.

En definitiva, todo lo que entiendo que es positivo para un destino que desea que existan opciones alternativas al modelo masificado de sol y playa y todo incluido. No se trata de sustituir un modelo por otro. Se trata de complementarlo. Ambos modelos pueden convivir perfectamente, especialmente en sitios en los cuales el número de turistas no es el problema y sí lo es el gasto que hacen los mismos.

Por ello, creo que uno de los esfuerzos que deben realizar los promotores de los destinos turísticos es el de favorecer, en la medida de lo posible y dentro de los marcos regulatorios apropiados, la llegada de líneas aéreas de bajo coste que conecten el destino con todo tipo de orígenes potenciales de turistas a precios razonables y con vuelos directos, algo que cada vez aprecian más los turistas al reducirse el tiempo total de trayecto y la posibilidad de pérdida de equipaje. Permitiendo que cada vez lleguen más turistas que se organicen sus vacaciones de forma relativamente independiente.

Dicho de otra forma, cuantos más turistas lleguen por estos medios, mayor y más distribuido será el gasto en destino. Es decir, que probablemente para un destino sea preferible un turista de este tipo que uno que llega a través del touroperador. Aunque vuelo a insistir que no es un tema de sustituir sino de complementar.

Una sugerencia. Antes de opinar sobre el tipo de viajero que usa estas líneas aéreas: probarlas unas cuantas veces y observar al turista que viaja. Es gente normal, no solo mochileros que van a gastar 10 euros diarios (que también).

Y un consejo para los gestores públicos. Trabajen con las low cost para que faciliten que el turista pueda trasportar de forma sencilla y económica el equipamiento necesario para realizar las actividades que interesan al destino. Por ejemplo, bicicletas o tablas de surf.

(Imagen de ChiangraiTimes)

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